jueves, 13 de diciembre de 2012


La Honestidad, un valor extinguido.

Había una vez un gusanillo insignificante que creía dentro de un capullo de cristal. Era muy infeliz, porque su único sueño era conseguir la libertad, romper esas paredes que lo aprisionaban y salir a volar para respirar el aire y los aromas de las flores, sentir el calor del sol en su piel, purificarse con la lluvia, y sentirse parte de las cosas hermosas que a través del cristal intuía que existían ahí afuera.

Todo en la vida tiene su proceso, así que por fín llegó la hora de que ese cristal se quebrara y abriera un hueco que le permitiera salir y desplegar por fin esas ridículas alitas que le habían crecido y que hasta ahora tenía encogidas. Intentó volar un poco, pero no sabía hacerlo bien, así que estuvo unos meses volando a trompicones junto a otros insectos que había conocido y decían que la querían ayudar a aprender a volar, y acompañarla en su vuelo. Pero esos compañeros de viaje, no eran Mariposas como ella, conoció a moscas, mosquitos, avispas, arañas, eran seres voladores también, pero ninguno era como ella y ninguno la entendía...y aunque intentaba alejarse mucho de las serpientes, alguna que otra vez se cruzó con alguna de ellas, y no salió ilesa del todo. Su cuerpecito y sus alas se magullaban una y otra vez en su afán por huír y escapara de sus venenosas picaduras.

La Mariposa intentaba volar una y otra vez y disfrutar de la belleza de la vida, pero se encontraba con seres extraños a su alrededor, que no eran transparentes ni honestos con ella, porque siempre la querían engañar con el único fin de atrapar por un instante la belleza de su ingenuidad. Destacaba por sus lindos colores y por su extrema sensibilidad al volar y los que la veían querían poseerla para mostrarla a sus amistades, a pesar de que tenerla a cualquier precio significaba asesinar sus movimientos y sus vivos colores. Ella nunca había visto a otra Mariposa, y se acercaba a los humanos y a otros seres de La Tierra para intentar hacer amistad o acompañarse en su soledad dejándose engañar una y otra vez y sufriendo constantemente un desengaño tras otro.

Ella, llorosa, volvía una y otra vez a su capullo de cristal, y se cobijaba en él para curar sus desilusiones con lágrimas de un dolor intenso y mirar a través de las paredes, muy atentamente, esperando el vuelo de otra Mariposa amiga por las inmediaciones del cascarón. Pero pasaban horas, dias, meses, años y ese compañero que tanto ansiaba en su vida no aparecía, así que ella se iba ajando y mustiando cada vez más, hasta que el polvillo que la coloreaba se fué desprendiendo poco a poco de sus alas, y le quitó todas las fuerzas para volar.
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La honestidad es un valor extinguido. 

La mentira y la cobardía están a la orden del día, prima el interés y la justificación de los medios para conseguir un fin. La vida se ha convertido en una selva donde la supervivencia se aleja de los valores primordiales de la ética. Las personas se atacan, se juzgan, no se respetan, se mienten por cobardía, por inseguridad, por indiferencia ante los demás, por orgullo insano, por no ser capaces de reconocer sus propios errores...no sé por qué, pero tengo claro que la honestidad hoy en día es un valor extinguido, así como la humildad, la sinceridad, el cariño y el amor a los demás. 
Las palabras Amor y Cariño se pronuncian con demasiada facilidad, unidas al engaño y a la mentira, con el único y ruín objetivo de conseguir algo que cuando se tiene se deja de apreciar y ese Amor y ese Cariño desaparece por arte de magia, ya no está.
Las personas sinceras y honestas son despreciadas, infravaloradas, no resspetadas,  relegadas a la categoría de "tontos" y humilladas, atacadas por su sinceridad.

La honestidad es un valor CASI extinguido. Uno de mis amigos honestos de internet, porque parece que sólo la buena gente está ahí, y muy muy lejos en la distancia, me ha pedido que ponga un CASI delante de la palabra "extinguido". Lo he hecho caso, porque tengo la esperanza de que aún queden personas honestas cerca de mí. Es muy fácil ser buen amigo por internet, es muy fácil ofrecer apoyo porque se está muy lejos, ¡quién sabe si estas personas que tanto me quieren y a las que tanto quiero en la distancia, en las cercanías se comportarían de la misma manera!...dejémos la pregunta al aire...

Me siento como una niña perdida enmedio de una vorágine de depredadores, se ha apoderado de mí el miedo y la desconfianza, el miedo paraliza, la desconfianza crea muros de impotencia y los sentimientos se confunden llevándonos a confiar quizás en quien no debemos. No he aprendido a vivir ahí afuera.




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