Minificción inspirada en la imagen.
Polvo de recuerdos.
Estoy aquí, tras esta ventana enrejada y oscura, observando cómo los recuerdos llueven en la noche.
Los traen las mariposas, siempre ocurre así. Se posan en mis manos succionando mi sangre y mi rubor, y revoloteando los dejan caer, como doradas partículas de polvo que se desprenden de sus alas y conforman imágenes ante mí.
Mi piel se ha vuelto blanca, incolora, y las mariposas se han tornado transparentes.
Nadie me habla, nadie me oye, nadie me ve; pero yo imagino tus pequeños ojos negros, clavados en los míos, observándome con curiosidad.
Tras la ventana, me dejo llevar y vuelo hacia la luna, despojándome de las ropas que me cubren; me siento sobre ella volviendo la cabeza hacia ti, desafiante, retadora, para que me sientas libre y bella, arrebatadora, y conseguir así que apartes tu mirada de la mujer pálida que imagina tras los barrotes de su ventana.
El viento se convierte en mi aliado y atrae hacia mí miles de sombrillas rojas, rojas de mi sangre, para que pueda protegerme con alguna de ellas de esta lluvia de recuerdos en la noche, pero no consigo alcanzarlas; mecidas por el viento pasan de largo suavemente a mi alrededor.
Tras la ventana, contemplo aliviada cómo mis manos recuperan su color y las mariposas ,amarillas de nuevo, emprenden su vuelo, llevándose consigo la escena por fin.
DamasArt
2009
Polvo de recuerdos.
Estoy aquí, tras esta ventana enrejada y oscura, observando cómo los recuerdos llueven en la noche.
Los traen las mariposas, siempre ocurre así. Se posan en mis manos succionando mi sangre y mi rubor, y revoloteando los dejan caer, como doradas partículas de polvo que se desprenden de sus alas y conforman imágenes ante mí.
Mi piel se ha vuelto blanca, incolora, y las mariposas se han tornado transparentes.
Nadie me habla, nadie me oye, nadie me ve; pero yo imagino tus pequeños ojos negros, clavados en los míos, observándome con curiosidad.
Tras la ventana, me dejo llevar y vuelo hacia la luna, despojándome de las ropas que me cubren; me siento sobre ella volviendo la cabeza hacia ti, desafiante, retadora, para que me sientas libre y bella, arrebatadora, y conseguir así que apartes tu mirada de la mujer pálida que imagina tras los barrotes de su ventana.
El viento se convierte en mi aliado y atrae hacia mí miles de sombrillas rojas, rojas de mi sangre, para que pueda protegerme con alguna de ellas de esta lluvia de recuerdos en la noche, pero no consigo alcanzarlas; mecidas por el viento pasan de largo suavemente a mi alrededor.
Tras la ventana, contemplo aliviada cómo mis manos recuperan su color y las mariposas ,amarillas de nuevo, emprenden su vuelo, llevándose consigo la escena por fin.
DamasArt
2009

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